En menos de un mes, el mundo ha sido testigo de casos estremecedores que reiteran cómo la violencia de género sigue siendo una amenaza constante y devastadora. Los titulares de noticias parecen no dar tregua. Casos como el de Kim, una niña de preescolar en México, violada dentro de su propia escuela, o el estremecedor caso de Gisèle Pelicot, la mujer francesa que fue drogada y violada durante más de una década por su esposo y más de 51 hombres, nos confrontan con la cruel realidad de que la violencia contra las mujeres y las niñas está presente en todos los niveles de la sociedad y por más que el tiempo pasa, la violencia no disminuye
A dos meses del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, vale la pena recordar que la violencia de género es también un asunto que incumbe a las organizaciones. No se trata de un asunto personal exclusivo de las mujeres, sino de un problema que impacta directamente en el desarrollo y productividad empresarial. La violencia, tanto dentro como fuera del entorno laboral, afecta la seguridad psicológica y el bienestar de las trabajadoras, generando altos niveles de estrés, ausentismo y disminuyendo su rendimiento.
Es fundamental reflexionar sobre el papel que las empresas tienen en esta lucha. Es urgente abordar el 25N no solo como una conmemoración más en el calendario, sino como una oportunidad de generar acciones concretas y duraderas.
La violencia de género no se queda en el hogar
Un error común es pensar que la violencia de género ocurre únicamente en los hogares o en la intimidad de las relaciones personales. Esta forma de violencia también se manifiesta en los entornos laborales, en forma de acoso u hostigamiento sexual laboral, discriminación, exclusión, y otras formas comúnmente denominadas como “micromachismos” que atentan contra la dignidad de las mujeres en el ámbito profesional.
Muchas mujeres se enfrentan a la difícil realidad de trabajar en entornos que perpetúan la violencia de género de manera silenciosa. En los peores casos, escapan de la violencia en sus hogares para enfrentarse a otras manifestaciones de la misma en su lugar de trabajo.
Desde comentarios sexistas hasta inequidades salariales, estos entornos no solo impactan la productividad, sino también la salud mental y física de las mujeres trabajadoras. Además, las empresas que permiten o ignoran estos comportamientos contribuyen indirectamente a perpetuar una cultura de violencia y desigualdad.
¿Qué puedes hacer entonces?
Estamos a solo dos meses del 25 de noviembre, una fecha clave para visibilizar la violencia de género y sus consecuencias. Las empresas tienen el tiempo y la oportunidad de tomar medidas concretas para conmemorar este día de una manera que trascienda la simbología y se traduzca en acciones reales.
Entre las acciones que puedes llevar a cabo están:
· Capacitaciones sobre violencia de género y acoso laboral: Organizar talleres y capacitaciones que sensibilicen a los empleados sobre la violencia de género, sus manifestaciones y cómo erradicarla en el entorno laboral. La capacitación debe ser continua y accesible a todos los niveles jerárquicos.
· Políticas de tolerancia cero: Implementar políticas claras y contundentes de tolerancia cero frente a cualquier forma de acoso o violencia en el lugar de trabajo. Esto incluye la creación de canales seguros y confidenciales para que las víctimas puedan denunciar sin temor a represalias. Incluso puedes considerar sancionar a colaboradores/as que tengan denuncias por violencia intrafamiliar y apoyar a las víctimas de este tipo de violencia con beneficios de flexibilidad para interponer denuncias y apoyo psicológico
· Protocolos de acción: Asegurarse de contar con protocolos que establezcan cómo actuar ante denuncias de acoso o violencia, garantizando que las víctimas reciban apoyo y que los agresores enfrenten consecuencias claras.
Un futuro libre de violencia empieza en el entorno laboral
Las empresas tienen una responsabilidad social que va más allá de su actividad económica. Tienen el poder de influir en la cultura y el comportamiento, tanto dentro como fuera de sus oficinas. Al promover políticas de equidad, diversidad y no violencia, las empresas pueden contribuir de manera significativa a la construcción de un futuro en el que la violencia de género sea erradicada de una vez por todas.