Mi trabajo consiste en tener cientos de conversaciones al año sobre la equidad de género, los estereotipos, la crianza, las empresas, el poder y el liderazgo.
Como es de esperarse, a veces hay plena consciencia por parte de las personas asistentes, quienes quieren tener todas las herramientas para contribuir al cierre de brechas, aceptar su desconocimiento y seguir hacia delante.
Muchas otras veces hay personas que niegan las brechas de género, aunque no de frente: niegan una estadística, niegan un estudio, responsabilizan a las mujeres por su propia desventaja, niegan que las mujeres tengamos condiciones diferentes a los hombres a la hora de trabajar, de ser libres y de ser líderes. Me ha pasado tanto con hombres como con mujeres.
Y resulta que esta negación de las brechas de género funciona como combustible para su profundización. Resulta que las personas que abiertamente intentan opacar las diferencias reales que existen para las mujeres en el mundo, son, inconscientemente, cómplices del sistema que las inferioriza.
¿Por qué? Porque el resultado es que entonces no se hace nada al respecto. Si no existe un problema, no hay nada que solucionar, no hay necesidad de planes, acciones, metas, indicadores, y presupuesto para resolver la inequidad. No hay necesidad de hacer campañas, proyectos, tener medidas afirmativas, llamar la atención sobre la violencia y la discriminación, penalizar a quienes discriminan.
No hay necesidad de nada. Y, ¡voilà! ¡Punto para el patriarcado! Punto para mantener el status quo.
¿Por qué hay personas que niegan las brechas de género?
Porque aceptarlas amenaza el status quo. Amenaza la manera en que vivimos, la manera en que hemos construido nuestras familias y nuestras sociedades, amenaza la manera como vemos el mundo, todo lo que siempre hemos considerado correcto. Amenaza lo más fundamental de nuestras vidas: nuestra filosofía; nos obliga a preguntarnos quiénes somos, qué sociedad tenemos, por qué es desigual, y sobre todo: qué tenemos que ver con esa desigualdad. Aceptar las desigualdades de género, (así como las demás, de raza, orientación sexual, o clase), en últimas, apunta el dedo hacia nosotres mismes y nos responsabiliza. Nos cuestiona y nos obliga a ceder privilegios. En general, cuando no vemos el privilegio, es porque vivimos en él. Y sí, todes somos responsables.
La inequidad de género no es casualidad. Según el último Gender Gap Report del Foro Económico Mundial, nos va a tomar 217 años cerrar las brechas de género, y el tiempo que va a tomar va en aumento, no en disminución, por más de que tengamos la impresión de que estamos avanzando.
El número desproporcionado de mujeres víctimas de violencia de género en todos los ámbitos, la falta de mujeres en posiciones de liderazgo, la brecha salarial, el odio de las mujeres hacia sus propios cuerpos culminando en anorexia y bulimia, la falta de autoestima en niñas y mujeres, la falta de mujeres en carreras STEM, la sobrecarga de tareas de cuidado de otros y del hogar sobre las mujeres, el embarazado adolescente, las madres solteras, la falta de mujeres referentes en la historia y en los medios, la objetivización de las mujeres, la negación de la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos y su propia reproducción, etc, etc; todo esto es producto de las brechas de género.
Cada vez que en cualquier espacio negamos que a las mujeres les ocurren estas cosas, estamos diciéndole a la sociedad: así seguimos, así vamos bien.
Cuando aceptamos la posibilidad de cambio, de hacer las cosas distinto para que las mujeres tengan las mismas oportunidades, y las tengan de verdad, con hechos y datos, y no en el discurso, existen muchísimas herramientas e iniciativas que nos guían para emprender este camino de deconstrucción. Seamos honestes, midámonos constantemente, como personas, como organizaciones, como Estado, para saber si realmente estamos cerrando las brechas de género o estamos resguardándonos tras un discurso superficial de igualdad que realmente esconde brechas que no queremos abordar porque nos retan a pensar distinto.
Por lo tanto, este mes del Día Internacional de la Mujer, en el que conmemoramos las luchas de las mujeres por un mundo equitativo, hagámonos cargo. Seamos responsables. De frente, midiéndonos, con acciones, números, datos e indicadores.
¿Qué se puede hacer?
- Informarse:
Gender Gap Report 2018: https://www.weforum.org/reports/the-global-gender-gap-report-2018
Informe resultados de las empresas públicas y privadas en el Ranking PAR 2018:www.aequales.com/informe-2018
Siete Polas @sietepolas en Twitter
Jameela Jamil sobre estética y discriminación: https://www.youtube.com/watch?v=BXzO0z6fmhI
- Medirse
Como organización: Mídete en el Ranking PAR Latinoamérica 2019 para recibir un diagnóstico gratuito de equidad de género en tu organización: par.aequales.com
Como persona: Mide tus sesgos inconscientes con el Implicit Test de Harvard sobre género https://implicit.harvard.edu/implicit/takeatest.html
Columna de Maria Adelaida (Mia) Perdomo
Fuente: La Silla Llen